FRANCIA Cruces y propuestas tibias, a dos semanas de las presidenciales Mientras que el candidato conservador a las presidenciales francesas, François Fillon, defendió una "Europa soberana", el hombre de la izquierda Jean-Luc Mélenchon, uno de sus rivales, le puso picante a la campaña a dos semanas de los comicios, y criticó el respaldo que, a su juicio, le dio el presidente francés, François Hollande, al ataque estadounidense contra Siria. En tanto, el favorito de las encuestas, el liberal independiente y ex ministro de Economía del actual gobierno, Emmanuel Macron, que en las últimas semanas cosechó apoyos de gran parte del arco político, fue prudente para no opacar su ascenso y rechazó hoy que sea "el heredero" del presidente Hollande, al que criticó veladamente por la falta de iniciativa en materia europea.
Macron, ministro de Economía entre mediados de 2014 y mediados de 2016, dijo que, si bien no era el "el heredero de este quinquenio", sí consideró "injusto" el balance negativo sobre la gestión de Hollande.
Durante una entrevista en el canal de televisión France 3, el joven aspirante al Elíseo hizo hincapié en sus diferencias y sostuvo que su desvinculación del gobierno actual fue por "la falta de sentido", "falta de voluntarismo europeo" y " falta de decisiones claras".
Macron, de 39 años, es desde hace dos meses el favorito de las encuestas, que indican que si los comicios se celebraran ahora -la primera vuelta está programada para el próximo 23- pasaría a la segunda vuelta junto a la ultraderechista Marine Le Pen, a la que vencería por una diferencia amplia en el balotaje.
Sin embargo, las últimas evoluciones de la intención de voto muestran un ligero retroceso en las dos últimas semanas para Macron y Le Pen, quienes se situarían ligeramente por debajo del 24% de los sufragios.
A su vez, esta última tendencia marcó un modesto repunte del conservador Fillon, quien obtendría un poco menos del 19%. Pero el que más creció recientemente fue el candidato de la izquierda, Jean-Luc Mélenchon, quien tiene un 18% de intención de voto.
Justamente, éstos dos últimos fueron los que intentaron recalentar la campaña este fin de semana.
Frente a unas 25.000 personas, el cuestionado Fillon se definió como "un soberanista que milita por una Europa soberana", una frase con la que intentó dejar contentos tantos a los nacionalistas como a los europeístas de la derecha francesa.
Para él, la Unión Europea (UE) debe estar "concentrada en prioridades estratégicas" y dar "a la zona euro los medios para ser el espacio económico más eficiente del mundo".
"Mi objetivo es hacer de Francia la primera potencia europea en diez años. Es decir, un país que da trabajo a todos sus ciudadanos, que pueda orientar Europa en lugar de sufrirla. Para eso tenemos que transformar nuestro sistema en profundidad", argumentó el dirigente que fue primer ministro durante toda la Presidencia de Nicolas Sarkozy entre 2007 y 2012.
Fillon también apuntó contra la inmigración, un punto caliente para la derecha francesa.
"La inmigración sin integración, sin asimilación, tiene que ser frenada", sentenció y envió un mensaje a los franceses musulmanes, a los que les pidió "alzarse contra el oscurantismo y ayudarnos a hacer limpieza" para demostrar que "es posible un islam ilustrado, un islam de progreso".
Ante las declaraciones de los hombres con más chances en estas elecciones, Jean-Luc Mélenchon, se metió en el convulsionado tablero internacional y, ante 70.000 personas en Marsella, denunció que la intervención directa de Estados Unidos en Siria "con aprobación total de Hollande y Angela Merkel" es "irresponsable y no hará más que acrecentar las tensiones".
Hollande y Merkel dieron "su aprobación total a este acto criminal e irresponsable del presidente de Estados Unidos", denunció Mélenchon y afirmo que esa decisión "no tiene ningún fundamento, ninguna legitimidad internacional".
El dirigente de izquierda, que se definió como "el candidato de la paz" también reiteró su voluntad de salir de la OTAN "cuanto más rápido mejor" e insistió en que los franceses tienen que decir: "No queremos ninguna guerra, ni pequeña, ni mediana, ni grande en el continente europeo".
Durante su acto, el ex ministro socialista de 65 años pidió un minuto de silencio por las "30.000 personas" que, dijo, han muerto en el Mediterráneo tratando de entrar de forma clandestina a Europa -"dos niños se ahogan cada día", aseguró- y recalcó que "la inmigración es siempre un exilio forzado, un sufrimiento".
En el plano interno, Mélenchon sostuvo que "hay que poner fin a la guerra contra los pobres en este país" y adelantó que, si gana, aumentará el salario mínimo y los subsidios sociales, generalizará las 35 horas laborales semanales y equiparará la carga fiscal del trabajo a los de los ingresos del capital.
Domingo, 9 de abril de 2017
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