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Grecia Miles de refugiados siguen atrapados a un año del acuerdo con Turquía Un año después del cierre de la llamada ruta de los Balcanes y del acuerdo migratorio alcanzado entre Turquía y la Unión Europea (UE), decenas de miles de refugiados siguen paralizados en Grecia sin haber podido llegar a su destino en el norte de Europa, mientras los traficantes de personas continúan con su negocio y montañas de chalecos salvavidas abandonados recuerdan en la isla de Lesbos a las personas que llegaron a través del mar Egeo. La llegada masiva de personas desde Turquía a las islas griegas se frenó en gran medida, algo que se atribuye, por un lado, al cierre de la ruta a través de los países balcánicos hacia Alemania el 9 de marzo de 2016. En aquella ocasión en la frontera de Macedonia se colocaron vallas y policías armados con porras.
Por otro lado, Turquía y la Unión Europea (UE) firmaron días después, el 18 de marzo, un acuerdo que establecía la devolución de todo aquel que llegara a Grecia ilegalmente si no se le concedía asilo.
Pese a que las llegadas a Grecia se contuvieron a partir de entonces, decenas de miles continúan en campamentos en ese país, en algunos casos en condiciones indignas.
"Consuela que no haya habido muertos como hace dos años en el mar entre la costa turca y las islas griegas", dijo un oficial de la Guardia Costera. "Pero lo que no es nada grato es que los traficantes sigan haciendo buenos negocios con la necesidad", agregó, citado por la agencia de noticias DPA.
Las cifras: en 2015 unos 170.000 migrantes y refugiados llegaron ilegalmente a Grecia, la mayoría de ellos en el invierno europeo, entre enero y marzo, antes de que se cerrara la ruta y de que entrara en vigor el pacto.
Un año después, en enero y mediados de marzo de 2017, cruzaron a las islas griegas unos 2.800 inmigrantes y refugiados.
Pero un año después del acuerdo, Grecia devolvió sólo a unas 900 personas a Turquía, mientras unos 14.000 esperan en las islas del Egeo oriental sin poder salir de los refugios hasta que se decida sobre sus peticiones de asilo. Sólo los aceptados podrán quedarse y viajar a tierra firme.
En total suman unos 62.000 los migrantes y refugiados en todo el país, la mayoría alojados en campamentos en el norte y centro y muchos de los cuales viven en carpas.
La mayoría busca la manera de poder seguir su viaje al norte de Europa y los traficantes les prometen llevarlos por "caminos secretos" a su meta.
Con automóviles y minibuses los refugiados son trasladados a la zona del puerto de Tesalónica y allí los grupos se dividen en dos: una parte de los migrantes son llevados al otro lado de la frontera con Macedonia, a través de pasos como los de Niki-Medzhitlija y Doirani-Dojran, que no están cerrados con alambrados.
Otro grupo toma la ruta migratoria hacia Italia: desde los puertos del occidente de Grecia, desde Patras e Igoumenitsa, salen a diario ferries a los italianos de Brindisi, Bari, Ancona, Venecia y Trieste.
Los refugiados intentan subir a estos transbordadores sin que los vean o metidos en camiones.
En peor situación se encuentran los inmigrantes de las islas.
Desde abril de 2016 rigen para ellos las condiciones del pacto entre la UE y Turquía. Quien no reciba asilo será devuelto al país euroasiático, algo que ya ocurrió con más de 900 personas.
Pero la gestión de las solicitudes de asilo se demora eternamente por escasez de personal. La UE no envió hasta ahora más que a unos pocos de los 400 expertos prometidos. Tampoco avanzó el reparto de los refugiados entre los países de la UE.
El resultado son continuas peleas, golpizas y actos vandálicos dentro y en los alrededores de los llamados "hotspots" (puntos calientes), los centros de registro en las islas de Lesbos, Quíos, Samos, Leros y Cos.
El ministro de Inmigración griego, Ioannis Mouzalas, reconoció hace pocos días en el Parlamento otro problema: cada vez hay más migrantes que desaparecen de las islas. "No los encontramos", dijo. Y tampoco se sabe cuántos son.
¿Qué hacen estas personas desesperadas?. Intentan subir a alguno de los ferries hacia el puerto ateniense del Pireo. Hace unos días un joven egipcio dio un buen susto a los pasajeros en el puerto de Lesbos al colgarse de un cabo para trepar hasta el barco Ariandi. Estuvo a punto de caer desde una altura de 20 metros pero finalmente fue rescatado y devuelto al campamento de refugiados.
A diferencia de países como Alemania, en Grecia no hubo casi ataques racistas o incendios en los centros de recepción, pero en las islas suele haber conflictos entre los residentes y los refugiados. Y al menos tres migrantes murieron durante la ola de frío de enero de 2017.
A su vez, en Lesbos se detectan cada vez más casos de prostitución.
Pese a los problemas de organización, el gobierno del primer ministro Alexis Tsipras consiguió mantener la situación bastante bajo control. Hace un año había miles de refugiados atrapados en condiciones miserables en el campo de Idomeni en la frontera con Macedonia, pero las autoridades consiguieron finalmente evacuarlo sin usar la fuerza.
Los migrantes están ahora en almacenes, contenedores habilitados como viviendas y carpas en la región de Tesalónica. No todos los campamentos están bien pertrechados para el invierno y todo apunta a una situación de transición.
El problema de los refugiados no puede ser resuelto realmente mientras no acabe la guerra en Siria, según reconoció la ONU recientemente. Y eso aún parece muy lejos.
Sábado, 18 de marzo de 2017
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