ESTADOS UNIDOS Trump asumirá la presidencia de un EEUU dividido y movilizado Las vallas, las banderas con las rayas y las estrellas, el turismo patriótico a la capital y el merchandising político son parte del decorado de todas las asunciones presidenciales en Estados Unidos, pero este viernes el magnate que sorprendió al país y al mundo, Donald Trump, jurará como jefe de Estado en medio de un clima poco común de polarización que promete movilizar a cientos de miles de personas. El corazón de Washington, donde se encuentra la Casa Blanca y el Capitolio, amaneció este jueves completamente vallado, cerrado al tránsito de autos y con mucha seguridad. Las gradas para observar este viernes el tradicional desfile del presidente recién asumido desde el Congreso, donde jurará, hasta la Casa Blanca, donde fue colocado el podio central, ya están listas.
A sólo unas cuadras de allí la vida continuaba como siempre, excepto por algún cartel sutil blanco y azul que, pegado a los semáforos, recuerda que este viernes es la Inauguración del Presidente número 45 del país. Excepto por alguna caravana de autos negros y blindados oficiales que pasa a toda velocidad tocando bocinas incisivas, el ritmo cotidiano del resto de la ciudad siguió intacto.
El corazón de la capital de Estados Unidos era otra historia.
Convertido en un gran parque peatonal, cientos de personas, familias enteras, grupos de estudiantes y amigos pasearon este jueves, sacaron fotos de los edificios, los memorials y la previa de un día que, para muchos de los que votaron a Trump en noviembre, promete ser histórico.
Todos, sin excepción, tenían las emociones a flor de piel. Lo único que los diferenciaba era si habían llegado a Washington para celebrar este viernes o para protestar al día siguiente.
Melisa y Tyler son madre e hijo; ella tiene 42 años y él 17. Ambos "apoyan a Trump desde la primera hora".
"¿Qué queremos del próximo gobierno? Que derogue los últimos ocho últimos años... que los negocios familiares vuelvan a encontrar su lugar en Estados Unidos, que puedan ser tan exitosos como las grandes empresas", explicó Tyler, un joven de Arizona que se declara enamorado de Washington, una ciudad que soñaba con conocer desde hace años.
A su lado, su madre lo mira y sonríe. No puede contener su orgullo.
Melisa no votó, pero dice que si lo hubiese hecho, habría sido por Trump. "Dicen muchas cosas malas de él, pero las palabras son baratas y las acciones son más fuertes. No me preocupa todo lo que se dice, sólo espero que los estadounidenses y el mundo le den una oportunidad, como se la dieron a (Barack) Obama", aseguró a Télam, mientras su hijo asentía.
No muy lejos de allí tres generaciones de mujeres de una familia del vecino estado de Virginia recorren el vallado que dejó encerrada la Casa Blanca.
"Vinimos a despedir la Casa Blanca. Vinimos a despedir al gobierno de Obama", anunció, con una solemnidad triste Yoon Boller, una maestra jardinera de 45 años.
Ella, su hija de 17 años, Katherine, y su madre, Sue, de 70, querían que gane la candidata demócrata Hillary Clinton -"había aguantado y trabajado mucho para llegar, se lo merecía", justificó por lo bajo la mayor de la familia- y ahora planean sumarse a la masiva protesta de mujeres convocada para el sábado contra Trump.
"En este momento, en la escuela todo da vueltas alrededor de las elecciones y el cambio de gobierno. Los chicos van con remeras que dicen Trump o que denuncian cosas que dijo Trump", relató la más joven.
La situación no es tan diferente en el jardín de infantes donde trabaja su mamá.
"Los chicos hablan todo el tiempo del tema, repiten lo que escuchan de sus papás, pero también se nota que repiten lo que escuchan en la tele y en la radio", contó Yoon y agregó que "nunca vio algo así".
Aún si las tres eran fervientes simpatizantes de Clinton, tanto nieta como abuela están de acuerdo que con Trump "seguramente la economía va a mejorar".
"Como es un empresario, espero que mejore a la economía del país. Pero temo por todo lo social, los derechos de las mujeres, los derechos civiles en general. Yo viví los años 60s y los recuerdo, pero no creo que nunca sentí tanta división y polarización en el país", concluyó, intentando forzar una sonrisa diplomática que tape su tristeza.
Al avanzar por la avenida Pensilvania, donde este viernes será el gran desfile presidencial después de la jura, las conversaciones políticas abundan.
Las personas se miran de pies a cabeza, se buscan y se analizan para descubrir si vinieron a celebrar o a protestar.
Algunos eligen identificarse con una gorra de Trump o con alguna remera a favor de los derechos de las mujeres, pero muchos caminan sin insignias especiales.
En la víspera de la asunción de Trump, en Washington, los estereotipos del votante del magnate ya no sirven. Los hay de todas las clases sociales, jóvenes, de mediana edad, veteranos, familias enteras y grupos de amigos. Lo único que los delata es su alegría y su buen humor.
"¡Trumpsters! ¡Hola hermanos!", gritó Dane Senser, un hombre de 64 años vestido de pies a cabeza como un verdadero fan del próximo presidente de Estados Unidos.
Pese al frío del invierno, estuvo toda la mañana parado en medio de la avenida con un cartel, en el que denuncia a los grandes medios por haber estigmatizado a los votantes de Trump como "ignorantes y racistas".
Muchos jóvenes se sacan fotos con él, se abrazan y se felicitan por haber llegado a la capital para presenciar "un día histórico".
Senser vino de San Louis Obispo, California, "con un presupuesto de persona pobre" para participar por primera vez de una asunción presidencial.
Se tomó un micro y se queda en un hotel en la ciudad vecina de Baltimore -"es mucho más barato que esta burbuja de DC"- porque actualmente sólo trabaja part time y vive del seguro social que recibe del Estado.
"Trump puede ser duro, lo reconozco, pero mientras haga lo que prometió, no me importa. Espero que cambie el país de una manera tan cruda y honesta que haga despertar a todos", explicó, exultante.
A horas de que comience la Presidencia de Trump, el corazón de Washington se llenó de emociones encontradas que, por ahora, conviven cordialmente.
Se siente la tensión, las miradas que inspeccionan, los oídos que intentan escuchar conversaciones ajenas; pero todos evitan las confrontaciones e iniciar una discusión que, según algunos reconocen lejos de los micrófonos, no saben con qué tono y en qué términos puede terminar.
Jueves, 19 de enero de 2017
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