ECUADOR Rafael Correa, otro líder del eje bolivariano en problemas Su imagen se desplomó al nivel más bajo en sus nueve años como presidente de Ecuador, y la situación económica es cada vez más crítica. Las causas del declive y las dudas sobre su futuro político. El 58% de los ecuatorianos desaprueba la gestión de Rafael Correa, según la última encuesta realizada por Cedatos/Gallup. Es el peor guarismo desde que asumió la Presidencia, el 15 de enero de 2007. Sólo el 35% la aprueba.
Cuando se pregunta por sus características personales como líder, las respuestas son todavía peores. El 65% de la población no cree en su palabra, y el 67% reprueba su forma de ser. Su intención de voto se redujo a un magro 28%, una caída de casi diez puntos en relación a mayo de 2015.
Hasta mediados del año pasado, Correa era de los pocos presidentes bolivarianos, de aquellos que encarnaron el "giro latinoamericano a la izquierda", que se mantenía firme. Nunca había perdido una elección (fue reelecto en 2009 y en 2013) y, a pesar de los vaivenes, la imagen positiva se había mantenido siempre encima de la negativa.
La tendencia comenzó a cambiar a fines de 2015. En diciembre, la aprobación a su Gobierno cayó al 41%, y la desaprobación trepó al 51%, el pico hasta ese momento. No parece casual, porque precisamente el jueves 3 de diciembre la Asamblea Nacional sancionó una enmienda constitucional que estableció la reelección presidencial indefinida.
"Quizás una explicación causal del crecimiento de su desaprobación, si se toma sólo de noviembre a diciembre del 2015, sería que a la ciudadanía no le agrada que Correa tenga más probabilidades de perpetuarse en el poder", explicó a Infobae Sebastián Umpierrez De Reguero, docente e investigador de la Facultad de Administración y Ciencias Políticas de la Universidad Casa Grande.
Para Jaime Costales, politólogo y profesor de Psicología Social de la Universidad San Francisco de Quito, el declive se debe a una suma de errores cometidos por el gobierno. "Es fruto de la crisis económica causada por su manejo incompetente de la economía, el desgaste grave de un modelo populsita-socialista fallido, y su autoritarismo, que ya ha hastiado a la mayoría de ecuatorianos. La gente va despertando cada vez más y se da cuenta del enorme fiasco político y económico de este gobierno. Si los líderes genuinamente democráticos actúan inteligentemente, pueden lograr que el desplome de la popularidad de Correa sea irreversible", dijo a Infobae.
También hay que considerar algunas decisiones muy impopulares tomadas en los últimos meses. "El descenso en la popularidad se debe a que todo el pueblo ecuatoriano está sintiendo los efectos de las medidas económicas de forma directa. Con el próximo aumento en el impuesto al valor agregado (IVA) del 12 al 14% se impone mayor contribución a los que tienen menos capacidad adquisitiva", contó Carol Jara, profesora e investigadora de la Facultad de Administración y Ciencias Políticas de la Universidad Casa Grande, consultada por Infobae.
El colapso económico
Desde el pico de crecimiento del 7,9% en 2011, el PIB fue cayendo año a año, hasta cerrar 2015 con un incremento nulo, de 0,3 por ciento. La proyección del FMI para 2016 es una caída del 4,5 por ciento. Esto se percibió en la tasa de desocupación: tras llegar a su nivel más bajo en 2014, 3,8%, regresó en 2015 a 5%, el mismo nivel que tenía antes de la llegada de Correa al poder.
"La economía se ha debilitado por la caída del precio del petróleo. El Gobierno además ha inflado el gasto público con una burocracia extendida. La combinación de estas dos hace que la economía se debilite. Además la inversión extranjera ha disminuido y muchos impuestos han aumentado. Por lo que el país es por el momento uno de los más caros del continente en muchos aspectos", dijo Andrés González, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad San Francisco de Quito, en diálogo con Infobae.
Mientras el barril de crudo estuvo en el valor récord de 2008, 146 dólares el Brent, e incluso hasta mediados de de 2014, cuando se ubicaba en 115 dólares, Ecuador no tuvo inconvenientes. Pero la drástica caída de los últimos dos años, hasta llegar a los 49 dólares de la actualidad, fue un duro golpe para las finanzas ecuatorianas.
"Otro de los inconvenientes que afronta el país —dijo Jara— es el incremento en el gasto público. Las instituciones del Estado crecieron 199% de 1998 a 2013, mientras que el gasto en operaciones del Gobierno central pasó, entre 2006 y 2015, de 7.011 a 24.149 millones de dólares, de los cuales el gasto corriente se incrementó en 171%, y el de capital, en 479 por ciento".
Esto significa que, en vez de invertir en desarrollo los excedentes de los que dispuso por tanto tiempo, el Estado volcó todos sus recursos a satisfacer fines de corto plazo. Por eso tampoco pudo ahorrar una parte para sortear mejor un contexto internacional menos favorable. Inversión y ahorro son fundamentales para neutralizar la doble dependencia que tiene Ecuador: de las exportaciones petroleras y del dólar, moneda que adoptó en 2000 para paliar una inflación desbocada.
"Al no poder contar el país con una divisa propia —continuó Jara—, perdió la capacidad de emitir moneda y devaluarla, a diferencia del resto de países de Latinoamérica y del mundo. Es decir que los productos ecuatorianos son más caros que los del resto de países vecinos".
El futuro de Correa
"Todo proyecto político tiene fecha de caducidad. Igual es el caso del llamado Socialismo del Siglo 21, que está cerrando su ciclo en varios países. El electorado ecuatoriano no es la excepción. A pesar de que Correa ha ganado todas sus elecciones desde la primera que lo puso en el poder, se denota un desgaste en el proyecto político. Muchas encuestadoras le ponen un escenario adverso para las siguientes elecciones, pero eso tiene que ver con un ciclo normal", dijo González.
Uno de los grandes interrogantes de estos meses es si Correa decidirá volver a presentarse en los comicios fijados para el 19 de febrero de 2017. Durante el discurso que dio el pasado martes 24 de mayo en el informe sobre el estado de la Nación, reiteró que no se postulará. Teóricamente no podría, porque la enmienda constitucional que autoriza la reelección indefinida entrará en vigor después de la fecha programada para las elecciones de 2017. Pero siempre está la posibilidad de posponer la fecha de la votación.
"Hay ciudadanos, y me incluyo, muy escépticos a las promesas y declaraciones de Correa cuando se trata de decisiones importantes, como su candidatura del año próximo. Lo mismo hizo con el (Parque Nacional) Yasuní ITT, que al principio no se iba a explotar y, luego de un tiempo, cambió de parecer. Necesito pruebas como el cierre del proceso de registro de candidaturas para poder evaluar el futuro del mandatario y de su proyecto político con más certeza", reflexionó Umpierrez.
Lo que nadie sabe es quién podría sucederlo. Por el momento, no asoma ninguna figura de peso dentro de Alianza País, la coalición gobernante. Y parece muy difícil instalar con éxito una candidatura nueva en tan pocos meses. Por eso a todos los analistas les cuesta tanto creer que Correa vaya a apartarse. "El populismo y el caudillismo son patologías crónicas de la política latinoamericana y ecuatoriana. Hay el peligro latente de que Correa tenga influjo por un largo periodo, incluso de que regrese al poder. Por eso urge construir un movimiento democrático de unidad nacional, que gane las elecciones y redemocratice al país. Hay que empezar por demostrar a la ciudadanía, clara y pedagógicamente, el fiasco político y económico de este régimen, así como los crecientes casos de corrupción que se han venido denunciando", concluyó Costales.
Domingo, 29 de mayo de 2016
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