VATICANO Por qué es tan importante el encuentro entre el papa Francisco y Cirilo I La rama rusa de la Iglesia ortodoxa fue hasta ahora la más reticente al diálogo con El Vaticano. Pero los gestos de amistad del Papa se ven al fin coronados con esta cumbre de implicancias religiosas y geopolíticas.
La rama rusa de la Iglesia ortodoxa fue hasta ahora la más reticente al diálogo con El Vaticano. Pero los gestos de amistad del Papa se ven al fin coronados con esta cumbre de implicancias religiosas y geopolíticas.
Cuando Cirilo, patriarca de Moscú, y Francisco, Obispo de Roma, se den un abrazo en La Habana, Cuba (el Papa hace una escala en su viaje hacia México), un paso más habrá sido dado en la reconciliación de las dos grandes ramas separadas del catolicismo.
El llamado Cisma de Oriente data del año 1054, cuando el Obispo de Roma y el Patriarca de Constantinopla (hoy Estambul, Turquía) se excomulgaron el uno al otro, en lo que fue el corolario de un largo conflicto basado fundamentalmente en competencias de autoridad.
Desde entonces, y casi por espacio de un milenio, la Iglesia Católica perdió su carácter "universal", al quedar dividida en dos grandes ramas: una romana y otra "ortodoxa". Entre ellas, las diferencias doctrinarias y litúrgicas son realmente menores. El nudo del conflicto es el estatus del Obispo de Roma, es decir del Papa, cabeza de la Iglesia Católica Romana, con facultades de gobierno; una primacía de poder que los ortodoxos no reconocen.
El llamado Cisma de Oriente data del año 1054, cuando el Obispo de Roma y el Patriarca de Constantinopla se excomulgaron el uno al otro
En la Iglesia de Oriente no existe una autoridad equivalente a la del Sumo Pontífice romano. Cada patriarcado, es decir la iglesia de cada país, es "autocéfalo", tiene cabeza -gobierno- propio. El patriarca de Constantinopla (hoy Estambul, Turquía) sólo posee un "primado de honor" y ejerce de vez en cuando el rol de vocero del conjunto. Pero, a diferencia del pontífice romano, cuya infalibilidad ha sido además proclamada como doctrina en 1870, el patriarca de Constantinopla sólo tiene una función de representación y una autoridad formal sobre los 300 millones de católicos ortodoxos. Ninguno de los patriarcados tiene primacía sobre los demás.
A poco de convertirse en Papa, Jorge Bergoglio dio claras muestras de querer avanzar en la unidad de los cristianos, tendiendo puentes tanto hacia los ortodoxos como hacia los protestantes. Francisco se reunirá con el patriarca ortodoxo ruso Kirill en Cuba El papa Francisco llegará a México tras su paso por Cuba para reunirse con Cirilo I AFP
En un gesto especialmente destinado a los primeros, Francisco dio a entender que estaba incluso dispuesto a una revisión de la Constitución católica y del estatus del Papa, cuando propuso, en un encuentro con el patriarca de Constantinopla en mayo de 2014, buscar "una forma de ejercicio del ministerio del Obispo de Roma" que pueda "ser reconocido por todos".
Ahora bien, el reacercamiento con los ortodoxos se inició un tiempo antes del pontificado de Francisco.
Tras algunos intentos frustrados por iniciar un diálogo, fue recién en los años 60, después del Concilio Vaticano II, que el papa Paulo VI y el Patriarca de Constantinopla de entonces, Atenágoras I, se reunieron en Jerusalén en 1964 y poco después emitieron una declaración conjunta, que cancelaba "de la memoria de la Iglesia la sentencia de excomunión que había sido pronunciada".
El reacercamiento con los ortodoxos se inició un tiempo antes del pontificado de Francisco
A esta reconciliación, le siguieron otros encuentros e incluso la conformación de una llamada "Comisión mixta internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia católica romana y la Iglesia ortodoxa". En los últimos años, la Iglesia Ortodoxa rusa se había negado a participar de algunas de estas reuniones y hasta había cuestionado los borradores de acuerdos alcanzados entre Roma y otros patriarcados, reafirmando en particular sus críticas al "papismo", es decir, el estatus especial del Obispo de Roma en la Iglesia Católica occidental.
La rigidez de la Iglesia rusa acerca del primado papal no ha impedido una creciente unidad de acción entre Moscú y Roma, ya verificada durante el pontificado de Benedicto XVI, en defensa de la vida naciente, de la familia, de la libertad religiosa.
Pero por esta reticencia hacia el "papismo", algunos analistas siempre dispuestos a señalar supuestos "fracasos" de Francisco en sus iniciativas, pronosticaban que un encuentro entre el Papa y el Patriarca de Moscú era una utopía.
El cristianismo ortodoxo es la religión predominante en Bielorrusia, Bulgaria, Chipre, Georgia, Grecia, Moldavia, Montenegro, la República de Macedonia, Rusia, Rumania, Serbia y Ucrania. Además, existen comunidades ortodoxas de peso en países como Alemania, Argentina, Australia, Canadá, España, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña e Italia.
Pero aunque Francisco contase con la buena disposición de otros patriarcas, y en particular del de Cosntantinopla, Bartolomé I -con quien peregrinó a Tierra Santa para reeditar, medio siglo después, el abrazo entre Paulo VI y Atenágoras, y para pedir por los cristianos perseguidos-, sin Moscú, el diálogo entre ambas ramas separadas del catolicismo sería incompleto.
Hay que tener en cuenta que la de Rusia es la más numerosa de todas las iglesias ortodoxas.
Entre los factores que han creado el clima propicio al acercamiento, hay que considerar, además de la predisposición de Francisco, manifestada desde el inicio de su pontificado, la situación de emergencia que viven muchos cristianos en la "tercera guerra mundial a pedazos" que el Papa no se cansa de denunciar.
"Cuando cristianos de diversas confesiones sufren juntos, unos al lado de los otros, y se prestan los unos a los otros ayuda con caridad fraterna, se realiza el ecumenismo del sufrimiento, se realiza el ecumenismo de sangre", había dicho Francisco en Tierra Santa en su encuentro con Bartolomé en 2014. Y agregó: "Quienes matan a cristianos por odio religioso, no preguntan si se trata de católicos u ortodoxos. Matan y derraman sangre cristiana".
Francisco citó también las palabras que usó Jesús en una oración por sus discípulos: "Que sean una sola cosa... para que el mundo crea"; señalando así el daño que la división le hace a la credibilidad del mensaje cristiano.
En el contexto de un mundo asolado por dramas como la pobreza, la violencia, las guerras, los desplazados, etcétera, la división de los cristianos alcanza la dimensión de "escándalo".
"Es nuestro deber intentar construir juntos una sociedad justa y humana en la que nadie se sienta excluido o marginado", decía el documento conjunto firmado por Bartolomé I y Francisco en Tierra Santa.
Ahora bien, detrás de este encuentro de claras implicancias religiosas y humanísticas, asoma también la geopolítica. Las iglesias ortodoxas son mucho más "nacionales" que las católicas que, por contar con una autoridad supranacional, suelen mostrarse más distantes y autónomas de los poderes seculares locales.
Es por ello que no puede separarse el gesto de Cirilo (Kiril) de aceptar el encuentro con Francisco de la buena corriente de entendimiento entre el Papa y el presidente de Rusia, Vladimir Putin.
Por lo tanto es muy probable que a la cumbre de estos dos grandes referentes religiosos le siga una visita de Francisco a Rusia; un anhelo que el Papa ya ha expresado y que se verá facilitado e incluso auspiciado por este encuentro ecuménico en La Habana.
Viernes, 12 de febrero de 2016
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