CGT Moyano ofrece una alianza con gremios o la insurrección En un documento titulado "Emergencia Estadística y Pacto Social", el titular de la CGT salió ayer a mostrarle al Presidente la mano extendida igual cantidad de veces que el puño crispado. El documento se tituló "Emergencia Estadística y Pacto Social". Pero por su contenido bien pudo llamarse carta abierta de Hugo Moyano al Presidente, a quien en cinco carillas salió ayer a mostrarle la mano extendida igual cantidad de veces que el puño crispado. La disyuntiva que el camionero presentó a Mauricio Macri no admite dobles lecturas, es a todo o nada: alianza del Gobierno con los trabajadores y sus gremios o insurrección si el sindicalismo es empujado a negociar salarios con los "ojos vendados".
Si por Moyano fuera, el Gobierno debería alistarse ya mismo para discutir una larga lista de demandas de los gremios, que incluyen también desde el erosionado poder de compra de los salarios, hasta la desprotección social de aquellos que trabajan en la más absoluta informalidad; amén de la eliminación del "impuesto al trabajo" (Ganancias) y del IVA aplicado a los productos de la canasta básica.
"La CGT quiere saber además cómo será nuestra participación en las ganancias empresariales, para que el concepto de productividad tenga sentido", puntualiza el manifiesto con la firma del camionero, tantas veces cuestionado por su particular estilo de comunicar. Aunque en esta ocasión, hay que decirlo, expresó la sensación térmica de la mayoría de las organizaciones sindicales respecto de la administración macrista.
La desconfianza sindical hacia el Presidente, que es recíproca, sumó otro factor para consolidarla. El reconocimiento oficial de que no habrá estadísticas confiables sobre la evolución de los precios, entre otros ítems, hasta que el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) vuelva a andar sobre sus pies, aportó una cuota de intranquilidad extra pensando en las próximas paritarias, que ahora y siempre se palpitan con una cuota de exagerado dramatismo.
Se trataría de una cuestión menor si fuera solamente tener que esperar hasta septiembre el restablecimiento de datos fidedignos del Indec. El problema central es que el sindicalismo se siente subestimado por el líder del PRO, a quien le endilgan haber reaccionado frente a las necesidades del campo y de la banca con una celeridad que no tuvo hasta acá con las urgencias de los asalariados.
Tampoco contribuyeron a la distensión algunas expresiones del ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay, como cuando llamó a privilegiar la conservación de las propias fuentes de empleo por sobre los aumentos salariales, del mismo modo que lo hacía hace poco Cristina, para regocijo de los sindicalistas que la festejaban, de manera especial el metalúrgico Antonio Caló. Como sea, Prat Gay sumó otro poroto en contra al anunciar esta semana el fin de ciclo de la "grasa militante" para limpiar de ñoquis la administración pública.
Además de los despidos en el Estado, el otro gran factor de desencanto sindical responde a cómo fue perdiendo aire la idea que presentó Macri durante la campaña de constituir una Mesa de Diálogo o Pacto Social, con el concurso de empresas y organizaciones gremiales y sociales. Ahora se habla de su convocatoria para marzo. El documento de Moyano, en el que se adivina la pluma del marítimo Juan Carlos Schmid, lo reconoce en forma abierta.
"Se trata de características muy distintas al que nos hicimos la idea", sostiene el camionero, añorando la mesa tripartita que acompañó a Juan Perón durante su tercera presidencia. Moyano idealiza aquel Pacto Social de 1973, que en verdad dejó como único gran aporte haber congelado precios y salarios por dos años (que no se llegaron a cumplir), para buscar una recuperación económica que al fin no se consiguió.
Para equilibrar las críticas a Macri, Moyano también la emprendió contra el gobierno K, al que acusó no sólo de mantener, sino de profundizar, un modelo de concentración de la riqueza que excluyó a los trabajadores. "La inflación de los últimos tres años creció más del 90%", apuntó, calculando en 12 millones la cantidad de argentinos que viven hoy en la pobreza, y a otros 2 millones sumergidos en la indigencia.
"La reunión con la dirigencia gremial tendrá que esperar a que el Presidente regrese del foro económico de Davos", dijo a Infobae un portavoz oficial sobre un encuentro del que ambas partes dudan con la misma intensidad.
También dedicó Moyano una larga parrafada final en favor de la unidad de las tres CGT vigentes. Pero fuera del papel escrito, el camionero mandó a parar esta semana las gestiones que él mismo había iniciado para que las tribus sindicales se reunieran a mediados de este mes en Mar del Plata.
"Vamos a dejarla correr Flaco... En principio pasamos todo para febrero", dijo Moyano a José Luis Lingeri, de Obras Sanitarias, operador de la unidad en representación de la ex central K y único sindicalista hasta ahora en salir beneficiado con la llegada de Macri al poder. El Presidente, que dejó al camionero con las manos vacías cuando se suponía que entre ellos se había gestado una sociedad política, sorprendió al nombrar al sanitarista Luis Alberto Scervino, titular de la obra social del gremio que dirige Lingeri, como número uno de la Superintendencia de Servicios de Salud, el estratégico organismo que regula a las obras sociales.
Ya no más K, Lingeri forma parte hoy de una mesa en formación que integran algunos históricos del PJ, como los intendentes Alejandro Granados (Ezeiza), Julio Pereyra (Florencio Varela), Alberto Descalzo (Ituzaingó), Hugo Curto (ex jefe comunal de Tres de Febrero), y el tucumano Juan Manzur, entre otros, quienes buscan "volver a las raíces del peronismo", en compañía de la ortodoxia sindical. Definitivamente, no hay en ese espacio intenciones de reverdecer el romance con el kirchnerismo.
En este clima de alta sensibilidad y volatilidad, se desarrolla como puede la paritaria entre la empresa LAN y la Federación Argentina del Personal Aeronáutico (FAPA), que integran los jerárquicos de UPSA, los aeronavegantes, los pilotos de APLA, y el personal de tierra (APA), entre otros. Estos gremios aeronáuticos rechazan un incremento del 27,5 por ciento, por entender que ese porcentaje está muy lejos de compensar la reciente devaluación, a lo que hay que sumar la inflación acumulada de 2015.
Ayer mismo los pilotos de esa compañía realizaron un paro sorpresivo que significó la cancelación de 28 vuelos. Finalmente, acató la conciliación obligatoria del Ministerio de Trabajo el gremio que conduce el sciolista Pablo Biró, una figura con muchas resistencias entre los gremios del transporte.
Tampoco son los mejores días éstos para los gremios del sector portuario y marítimo, que salieron a advertir sobre 120 posibles despidos por la falta de contratos para buques de YPF. "Tener un barco atracado, habilitado pero sin carga, es como tener un barco fantasma", aseveró el secretario de Prensa de Supeh, Daniel Ocampo.
Viernes, 15 de enero de 2016
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