MOTIVACION ESPIRITUAL Misionero camina más de 400 kilómetros a Itatí con un mensaje contra la violencia Eduardo Rauber tiene 56 años y es oriundo de la ciudad misionera de Puerto Rico. Además de pedir por un mundo sin violencia de ningún tipo, lo aquejan problemáticas como la droga y la trata de personas. Guiado por su fe, junto a Carlos -el conductor de su auto de apoyo-, llegará a Itatí en unos días. Allí lo esperan para celebrar una misa en su honor.La decisión de emprender este difícil desafío tuvo que ver con la superación de un problema personal que lo llevó a reflexionar sobre el valor de la vida. Con la ayuda espiritual que le brindó un padre amigo pudo salir adelante y sintió que su misión era agradecer y diseminar su mensaje de fe y esperanza. La peregrinación que encamina simboliza su deseo de que no haya más violencia de género ni tampoco infantil. Su plegaria también es contra la violencia encubierta, el maltrato animal, la droga, sobre todo en los adolescentes, y la trata de personas. Una mochila de promesas y pedidos para la Virgen lo acompaña en su viaje porque, además de los propios, muchas personas se acercaron cuando conocieron su propósito y le encomendaron transmitir sus plegarias una vez que el peregrino llegue al santuario católico.
El viaje Eduardo camina en una jornada normal entre 33 y 36 kilómetros, lo que equivale a ocho o nueve horas diarias. Desde el viernes 19 de junio, día en el que partió, llegó a caminar 11 horas sin descanso. En conversaciones con ellitoral.com.ar contó que, desde que empezó su recorrido no se subió nunca a su auto de apoyo. El misionero se entrenó durante casi cuatro semanas física y mentalmente para poder afrontar el desafío. Ayer, a más de un mes, llegó a la localidad de Itá Ibaté donde se queda a descansar por lo menos hasta mañana debido a una molestia en el tobillo que le impide caminar con el ritmo habitual. Según su pronóstico en “tres o cuatro días” estaría llegando a la Basílica. Allí lo esperan en la iglesia de Itatí para recibir las plegarias y honrarlo con una misa. Desde que comenzó su peregrinación, se encontró con familiares y allegados que hace mucho no veía y que, sorprendidos, lo esperaban en la ruta para saludarlo e incentivarlo. Los camioneros también supieron ser fieles compañeros de ruta, con una arenga de: “¡Vamos Gringo!” lo motivaban a continuar un viaje que, sentía, hacía ayudado por el manto de la Virgen, sin cansancio, pesar ni mal humor. Pero sin dudas su compañero, Carlos Acosta, quien conduce el auto de apoyo, ha sido el pilar para que pueda continuar su viaje sin problemas. Su coche está totalmente equipado, tiene un botiquín muy completo en caso de urgencias y alimentos de todo tipo. Tanto Eduardo como él duermen en sus respectivas carpas y bien temprano continúan viaje.
Agradecimiento Tanto Eduardo como Carlos, luego de más de un mes de andar, han ido cosechando amistades y camaraderías. Su principal agradecimiento es para los policías de San Boyita, los oficiales Farías y Arrúa, por brindarles un cálido recibimiento. Pese a algunos sin sabores, como el ocurrido en Villa Olivari cuando les obligaron a mostrar documentos, su viaje ha sido feliz y espera que con su “granito de arena”, pueda ayudar a mejorar la vida de las personas” y sembrar conciencia. Ahora está ansioso por su llegada a la Basílica, aquella que le provoca escalofríos y donde siente, especialmente, “la presencia divina”. Con ampollas y un rengueo que le obligará a utilizar bastón, desea culminar su misión tal como se la propuso desde el inicio, hace 60 días, cuando viajó a Itatí a bendecir el auto que hoy lo acompaña en su recorrido.
Lunes, 29 de junio de 2015
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