SÍMBOLO DE DEVOCIÓN CRISTIANA Stanovnik llamó a los correntinos a renacer al pie de la Cruz de los Milagros En su homilía hizo una breve reseña histórica para enmarcar la importancia de la celebración. Advirtió sobre mantener viva la memoria. Tras la procesión en la tarde de ayer por la conmemoración del día de la Cruz de los Milagros, una multitud se reunió en el patio de la iglesia donde tradicionalmente cada año se llevan a cabo los actos en su honor. Monseñor Andrés Stanovnik, quien presidió la celebración, se refirió en su homilía al momento en que Juan Torres de Vera y Aragón fundara la ciudad, poniendo el acento en la importancia de que los pueblos mantengan viva la memoria, sin dejar de mencionar la creación de la bandera de la ciudad, que en una primera instancia omitiera en su diseño el símbolo fundacional.
“Nuestra ciudad nació y fue creciendo en torno a la Cruz y la Virgen. Como sabemos, fue una historia en donde hubo luces y sombras, gracia y pecado, como toda historia protagonizada por hombres. Sin embargo, al recordarla, lo primero que cabe es agradecer a Dios, porque aun en medio de tantos encuentros y desencuentros, la unidad prevaleció sobre el conflicto. Ese horizonte de unidad, que afortunadamente no se perdió en los más de cuatro siglos que transcurrieron desde la fundación, nos brinda consistencia e identidad aún hoy. ¡Qué otro símbolo podría darnos esa consistencia, si no la Cruz!”, sostuvo Monseñor, tras haber citado parte de los manuscritos originales de la fundación.
Luego destacó las “enseñanzas con paciencia” de Jesucristo a todo su pueblo, tal como lo hiciera con los discípulos de Emaús: “Jesús se acerca a ellos, los acompaña, les enseña con paciencia y comparte con ellos dándose a sí mismo. No les recrimina la frustración ni les echa en cara su falta de fe. Se sienta con ellos y comparte el pan. Así lo viene haciendo con nuestro pueblo creyente, desde sus orígenes. Dios busca al hombre, le brinda señales de paz y desea encontrarse con él”.
Frente a la presencia de miles de fieles y ante la atenta mirada de los representantes de la política local, el Arzobispo remarcó la importancia de “mantener viva la memoria de un pueblo. Los pueblos son como las personas, si pierden la memoria, pierden también la libertad y la soberanía que les permite ser ellos mismos, pero es igualmente importante que cada generación se reencuentre con la verdad de su historia, sane sus heridas y busque los cauces para crecer en amistad y unidad”.
Tal como lo hiciera en las homilías que encabezó durante las celebraciones pascuales, el prelado puso de relieve la relevancia de los símbolos, ya que “conservan los grandes valores que dan unidad, consistencia y futuro a la identidad de un pueblo y a su misión en la historia. Como aquellos discípulos, también nosotros debemos releer nuestra historia desde sus orígenes. Ellos nos enseñan que la mesa compartida y abierta a la presencia de Dios, nos da una claridad mayor para discernir el pasado y el presente, y nos ofrece la esperanza de encontrarnos”.
En particular, sobre la Cruz refirió: “El signo de la Cruz es patrimonio de una civilización que dio pasos fundamentales hacia una mayor humanización”.
Domingo, 4 de mayo de 2014
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