COPA LIBERTADORES River, entre la ilusión y el poco tiempo para reconstruirse Una actuación de vuelo bajo y la mínima diferencia en contra, motivos que sostienen el sueño de clasificarse a las semifinales Un escenario conocido, un presente diferente. Como hace 38 días, River está en una situación asfixiante en el recorrido de la Copa Libertadores. Esta vez, los millonarios serán artífices de su destino sin la necesidad de la ayuda de terceros, como ocurrió en la jornada final del Grupo 6, cuando Tigres, de México, les dio un aventón para seguir en el camino. El futuro dependerá exclusivamente de sus energías, de reinventarse como equipo, de recuperar la línea que lo convirtió en un modelo a copiar para el resto. Hoy, después de la derrota con Cruzeiro, en el Monumental, River volvió a sufrir en lugar de disfrutar. No se pudo despojar del desgaste físico y mental que le significó la escandalosa serie con Boca y el rival, una bestia negra a lo largo de la historia, el miércoles medirá la fortaleza futbolística y espiritual del plantel.
La Copa Libertadores le ofreció más lágrimas que sonrisas a River. Tambaleante en el presente, empezará a trazar una estrategia para afirmarse y mantenerse de pie. Lo hizo una vez, cuando la oscuridad lo absorbía, aunque la jerarquía del rival -San José, de Oruro- era muy inferior a la de los brasileños. Los números, las estadísticas, no le abren crédito; lo que enseñó en la cancha tampoco invita a esperanzarse en gran escala. Con todo en contra, igualmente tiene la llave abierta, porque la diferencia no resulta indescontable. Quizás en las definiciones del entrenador Marcelo Gallardo se agiganten las banderas para despertarse: "No podemos jugar peor; ellos se encontraron con un gol y nosotros también podemos hacerlo. Este equipo nunca se ha dado por muerto", explicó el Muñeco desde el dolor, pero también desde la ilusión.
El retroceso futbolístico que enseña River es la mayor preocupación puertas adentro. Antes, el equipo se incomodaba cuando lo atacaban; ahora sufre cuando tiene que atacar. La construcción de la estructura se edificó desde lo colectivo, no a partir de las individualidades; sin un despliegue aceitado, armonioso, como lo hizo en el segundo semestre del año pasado, tampoco los solistas rescatan al conjunto. "No somos un equipo que tiene jugadores que marcan un desequilibrio, no tenemos un Messi o un Neymar; somos un equipo, somos fuerte cuando el esfuerzo es parejo y se juega en conjunto", resaltó Gallardo.
De área a área, River no tiene la misma fiabilidad que en el pasado. Tampoco una diversidad de recursos que le cambien la ecuación. Meses atrás, Gerardo Martino, el seleccionador nacional, no dudó en señalar que los cuatro integrantes de la defensa estaban en condiciones de ser convocados; hoy, ninguno de esos nombres estuvo en el borrador de 30 futbolistas que entregó el Tata como preselección rumbo a la Copa América. Sin ir más lejos, Mercado perdió el puesto con el juvenil Mammana; Funes Mori dejó de ser un caudillo y arrastra al error a Maidana, quien tampoco demuestra la garantía de otros tiempos, y Vangioni, cuya flaqueza siempre fue la marca, dejó de aportar en ataque, que es su mejor virtud. Sin Álvarez Balanta, lesionado, el resto de las figuritas de recambio no ofrece las soluciones que exige el momento. Una muestra: apenas tres veces en ocho partidos y medio (computando el primer tiempo del superclásico), mantuvo el arco invicto.
Con las defensas bajas, la solución sería un alto poder de fuego; tampoco lo tiene. Mora, Teo Gutiérrez, sobre quien se posan las miradas más inquisidoras, y Cavenaghi, en menor medida, ya que tuvo una menor participación en la Copa, están lejos de mortificar a los rivales. El Mineirao es un escenario ideal para que los tacantes puedan revaluarse. El calendario no les deja opciones, mañana puede ser demasiado tarde. "Los delanteros viven del gol y están para ser eficaces, pero el equipo tiene que tener mayor vuelo para que ellos tengan mayores posibilidades", puntualizó el director técnico, que así comprometió a Pisculichi y Pity Martínez, los enganches de vuelo bajo, actores de los que River necesita un mayor protagonismo. El juvenil Driussi, con un síndrome meníngeo, era una alternativa.
El doble cinco que componen Kranevitter y Ponzio, y el uruguayo Sánchez son el tridente que sostuvo el nivel. A partir de ellos, River deberá reconstruirse y regresar al modelo que con fútbol desarticulaba a los rivales. Hoy se siente cómodo en la barricada, un diseño de ocasión y de necesidad más que de paladar
Sábado, 23 de mayo de 2015
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