TORNEO DE 30 EQUIPOS Independiente empató con Argentinos y se fue silbado En Avellaneda, igualó 0 a 0 ante el Bicho, que jugó con un hombre menos más de media hora Tensión, de principio a fin. Nerviosismo, desde que se levantó el telón hasta que sonó el pitazo final. Gritos, insultos, malestar. Así suele jugar Independiente, cuando los resultados le esquivan su impulso. Porque, la verdad, merece ganar los partidos: es superior al ocasional rival, avanza en la confusión, domina en el descalabro. Hace méritos, por lo menos. Pero no le sale una. Y la gente, también, juega su partido. No es fácil jugar en Independiente por estos días, cuando la marea de la intensidad, desde afuera, desde adentro, lo descoloca. Así pasó otra noche el gigante de Avellaneda, en un híbrido empate sin goles contra Argentinos, con una elocuencia sentencia: está a ocho unidades de los de arriba, cumplida una tercera parte del desarrollo del torneo.
El problema, en realidad, no es exclusivamente Jorge Almirón. Independiente se mueve en la tormenta de la desesperación. Boca, River, Racing y hasta San Lorenzo se desviven en la copa y ofrecen migajas en el torneo doméstico y con eso les basta para estar varios escalones por encima de su magnífica figura, el mismo que supo ser el rey de América y un habitual ganador en nuestros pagos.
La ansiedad, también, atrapa a Mancuello, su mejor jugador, que enseña el camino que muy pocos pueden entender. Sufre, además, por la telaraña defensiva de Argentinos: una curiosidad el planteo de Pipo Gorosito, que suele ser audaz, más allá de cualquier circunstancia y adversario.
Tal vez precisa el punto y se aferra a ese elemento vulgar de cualquier manera. Independiente no supo sacárselo casi nunca. Los partidos ya no se ganan con buena voluntad. A Independiente le hace falta algo más. Serenidad, confianza, claridad. Y entre esas virtudes ausentes, volver a ganar...
Domingo, 19 de abril de 2015
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